No considero a este viaje como un mero desplazamiento de un lugar a otro sino que es una forma de vivir diferente en esta etapa de mi vida y … ¿cuál es la diferencia?
No fue fácil adoptar esta creencia y todavía hoy cuesta y confunde. Si pensás que estás viajando, te levantás temprano, desayunás, juntás todo y empezás a pedalear. Sabés que después de una ciudad vendrá otra, que habrá que calcular en cuál pasar la noche, que tendrás que cumplir con tantos kilómetros para llegar a destino y que normalmente vas a estar siguiendo una misma dirección. Lo quieras o no estos parámetros te condicionan.
Pero, yo no salí a viajar, yo salí a vivir viajando, o si prefieren a viajar viviendo que para mí es más o menos lo mismo. No viajo sola; Oscar, mi compañero, me acompaña en este camino. Entonces, no importa a qué hora nos levantamos, desayunamos si tenemos ganas, hacemos yoga para arrancar el día o no y después según como se presentan las condiciones climáticas decidimos qué hacer. En lo posible buscamos de transitar por caminos secundarios y nunca, nunca sabemos dónde vamos a pasar la noche.
Podemos hacer 80 km, si no hay motivo mayor para detenerse como 10 km, si en ese trayecto el lugar nos invita a desempacar. Hasta hace poco, que es tal vez lo único que más condicionaba esta forma de vivir, tratábamos de ser “coherentes” con una dirección. Hoy, ya tampoco eso nos perturba y el camino se va haciendo día a día, km a km, con las sugerencias y consejos de la gente local y de los amigos que han transitado antes que nosotros la misma huella.
Entonces, tendría que contarte que este es un blog de viaje, pero estaría faltando a mi palabra. Mejor te invito a recorrerlo y a que seas vos quien descubra en sus páginas esta, nuestra forma de vivir.